sábado, 29 de septiembre de 2018

Debería empezar a actuar en consecuencia con lo que opino. No tengo duda de que soy un muy buen amigo de mis amigos y que doy una amistad bonita, fiel y enriquecedora. ¿Por qué entonces no dejo de comportarme como si los demás me hicieran un favor por dejarme ser sus amigos? ¿Por tenerme a su merced porque soy imbécil? Valorarme comienza por darme cuenta de que mi amistad es oro, que la entrego gratis, pero que si no la quieres ni la valoras, tú te lo pierdes y ya la aprovechará otro.